el rincón de la calma
- Carolina Fernández
- 17 feb 2021
- 3 Min. de lectura
Muchas veces las emociones se apoderan de nuestros pequeños y también de nosotros. Pero ¿porqué? Actualmente y gracias a la neurociencia sabemos que en una glándula del cerebro, la amígdala, residen emociones primarias como la rabia o el miedo. Pues bien, cuando nos encontramos delante de una situación de amenaza, la amígdala asume el control, entramos en “modo supervivencia” y entonces, el cerebro racional no puede pensar ni tomar decisiones.
Ante este secuestro emocional, los adultos, desde nuestra inconsciencia o incapacidad de sostener la situación, pretendemos que los peques se tranquilicen, paren de llorar, de gritar, de pegar, de estar frustrados o impacientes y utilizamos recursos que en su día utilizaron con nosotros; desde el “No llores” a el “Castigado a tu cuarto” o "A la habitación/la silla a pensar”. Y sí, está bien reflexionar sobre nuestros actos y emociones, de echo me parece necesario, como también lo es aprender a empatizar, a pedir perdón y a autoregularse. Pero con estas técnicas sólo conseguiremos soluciones a corto plazo y generará en los niños inseguridad, retraimiento, baja autoestima, entre otros.
Una buena alternativa, para trabajar la regulación emocional, es crear conjuntamente con los peques, un espacio emocional en el cual poder calmarse, tomar conciencia de lo ocurrido y buscar soluciones. No debe ser una zona de castigo, sino que debemos ofrecerles un lugar al que poder ir de manera libre y por decisión propia cuando ellos lo necesiten.
A este espacio yo lo llamo el rincón de la calma. En pedagogía Montessori es lo que se llama la mesa de la paz y en Disciplina Positiva sería el tiempo fuera positivo.
Tener en casa o en el aula un rincón de la calma nos va a ofrecer muchas ventajas como por ejemplo:
Aprender a como regular sus emociones
Ayudar a gestionar las emociones intensas de forma controlada y consciente.
Mejorar la autoestima
Favorecer el autoconocimiento.
Fomentar la autonomía y la responsabilidad.
Facilitar la comunicación.
Mejorar las posibilidades de resolución de conflictos.
Favorecer las habilidades sociales.
Generar recursos propios para poderlos utilizar en distintos contextos de la vida.
Relacionar un lugar seguro dentro del hogar al que poder recurrir cuando se necesite.
Si os decidís a crear este rincón os aconsejo que sobre todo hagáis partícipes a los más pequeños de su creación, dadles una parcela de poder, que elijan donde quieren ubicarlo, que materiales desean incluir para poder calmarse e incluso os sugiero que busquéis un nombre divertido para este espacio como por ejemplo “La cabaña”, “Hawái”, “Plutón”. También es importante que creéis juntos unas normas de uso y convivencia.
Los materiales que podéis elegir para el rincón son muy variados. Os propongo algunas ideas pero esto dependerá de vosotros.
Cojines, mantas, peluches.
Auriculares para escuchar música.
Papel de diario para romper cuando estamos enfadados.
Pelotas anti estrés.
Imágenes y cuentos relacionados con las emociones.
Instrumentos musicales
Un reloj de arena.
Un bote de hacer pompas de jabón.
Para los más mayores también podemos añadir tarjetas para regular las emociones, las conversaciones…
Esta herramienta de regulación emocional puede sernos muy útil pero no olvidemos que los primeros en dar ejemplo somos nosotros. Los peques aprenden por imitación, y si ven que utilizamos estas técnicas os puedo asegurar que ya habréis dado el primer paso. Recordemos que entender nuestras emociones, validarlas y acompañarlas de la manera más respetuosa es sin duda la mejor opción para enfrentar la vida de una modo saludable.



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